Lo anterior se registró, indicó el portavoz de la Policía Estatal Investigadora de Sonora, como producto de las diferencias personales que el elemento de la Secretaría de la Defensa Nacional, con siete años de antigüedad sus filas, tenía con el padre de la ahora occisa, quien además era su cuñado por estar con una de sus hermanas, las cuales aseveró el hoy detenido era porque anteriormente lo había hecho víctima de un robo con violencia, sin que las autoridades procedieran en su contra.
Posteriormente se enfrascaron a golpes, en los cuales recibió la peor parte, lo que aumentó su coraje al papá de la niña, por lo que al encontrar a la pequeña alrededor de las 12:25 horas del miércoles 25 de abril cuando caminaba rumbo a la escuela, la invitó a subir a su vehículo, para llevarla al plantel, pero en el trayecto le dijo que irían a dar una vuelta, para enfilar rumbo a despoblado, por la carretera al ejido Desierto de Sonora, hasta llegar a la falda de un cerro como a cuatro kilómetros al oriente de Sonoyta, donde cometió el incalificable delito sexual y después la ultimó pegándole brutalmente con unas piedras en la cabeza.
Al verla sin vida la arrojó, junto con su mochila, en la cual llevaba sus útiles escolares, al fondo de un pozo, al cual arrojó los peñascos manchados de sangre y otros más, con el fin de cubrirla para evitar que fuera localizada.
Lo anterior motivó a que las autoridades civiles y militares de aquella región participaran en su búsqueda, para ser localizada el martes primero de mayo en avanzado grado de descomposición al fondo de un pozo rectangular de 3.7 metros de profundidad, 1.80 de ancho y 2.80 de largo, de diámetro, ubicado a 350 metros al norte del kilómetro tres de la carretera al ejido El Plomo, en la desértica zona del municipio de Plutarco Elías Calles, de donde fue rescatada por elementos del Departamento de Bomberos Voluntarios hasta las 17:20 horas de ese día.
Para después de varias indagatorias en torno a las evidencias obtenidas en la escena del crimen, como huellas de pisadas, así como de rodado de llantas, ubicaron y cuestionaron al soldado José Luis Alvarez López, quien al sentirse descubierto confesó lo ocurrido, perpetrado en venganza contra su cuñado y padre de la niña, para después relatar que ese día la vio cuando caminaba rumbo a la escuela, invitándola a subir a su automóvil, lo que aceptó por la cercanía familiar entre ambos, para luego perpetrar los proditorios delitos, decretándosele la figura de arraigo domiciliario y en caso de ser encontrado culpable podría ser condenado a purgar sesenta años de prisión ordinaria, se añadió.